martes, 26 de febrero de 2013

EDITORIAL 10

EDITORIAL

Y el pueblo, qué

En la Teoría clásica del Estado, éste se compone de población, territorio y gobierno. Inerte uno de sus elementos, el territorio, esta definición comprende dos sujetos activos: la población y el gobierno: Éste se encarga de administrar y aquélla de vigilar la correcta administración.
A juzgar por los resultados, ni uno ni otro han hecho bien su tarea. Admitida la naturaleza del régimen político en que vivimos una república democrática, y añadiendo el dicho del líder pacifista hindú, Mahatma Gandhi, que la democracia no se hizo para los borregos, algunos estudiosos del comportamiento popular, como el filósofo Noam Chomsky, lo explica mediante una parábola.
Dice el analista mencionado que a pesar de las malas administraciones, el pueblo no reacciona, como no reaccionaría ante su oponente un boxeador que ha sido severamente golpeado (inevitable viene a la mente la imagen de Pacquiao puesto en la lona por Márquez).
Otros refutan la parábola y dicen que no ha sido demasiado golpeado, sino demasiado mimado, por eso es indolente, indiferente al rumbo que tomen las cosas. Total, aquí nadie se muere de hambre.
Para efectos del análisis, tengamos presente que en toda la extensión de la república mexicana caben muy distintas circunstancias. Obviamente nosotros aplicamos nuestras reflexiones en las circunstancias de nuestro estado y muy particularmente de nuestro municipio. De los aproximadamente 50 mil habitantes que lo pueblan, la mitad vive en la pobreza Y a esta mitad se le atribuye y se le justifican acciones tan perniciosas como la venta del voto en la pasada y antepasada y quizá venidera temporada electoral. Pero la otra mitad, como dice la expresión popular,  no está pintada, aunque eso parece.
De proponérselo, el pueblo manifestaría su voluntad, pero no lo hace. Véase los índices históricos de abstención electoral.
El cambio siempre esperado no caerá del cielo ni lo traerá ningún candidato. Si hay un discurso cierto es que el pueblo organizado comienza la solución.
La fecha o el día en que el pueblo se organice es algo que no podemos prever. Pero sabedores de que la información es necesaria para orientarse, cumplimos hasta donde nos alcanzan las fuerzas con el deber de publicar la información que atañe al bienestar colectivo. ¤

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